DE LOS GENERALES.
Bueno, he puesto unos post nombrando algunos generales importantes a mi
entender. No están todos, claro, algunos de los que no están posiblemente sean
los más preferidos por el público.
Por ejemplo: El mariscal de campo alemán Erwin Rommel, apodado el “Zorro del
Desierto” por sus éxitos en el norte de África durante la Segunda Guerra
Mundial, pero cuestiono los elogios que Rommel ha recibido como táctico.
Rommel, como Lee, ha sido objeto de un considerable debate histórico. En
particular, los críticos han atribuido gran parte de su reputación como genio
táctico a la propaganda alemana y aliada. Según los informes, los generales
británicos exageraron las habilidades tácticas de Rommel para minimizar sus
propios fallos y la desaprobación con respecto a sus derrotas.
Por otro lado, me he dejado a los comandantes israelíes, como el líder militar
israelí Moshe Dayan, un impresionante general moderno por sus éxitos en el
campo de batalla en la crisis de Suez, la Guerra de los Seis Días y la Guerra
de Yom Kippur pero, relativamente modesto en comparación con los tácticos de la
Segunda Guerra Mundial.
Tampoco he querido irme lejos, históricamente hablando, por ello no están
Genghis Khan, Subutai, Julio César, Alejandro Magno, Hanibal, entre otros.
En cuanto a Napoleón... bueno, ese se merece un punto y aparte. No lo he
incluido para no hacerme pesado. El problema es que su aparición histórica no
se puede resumir ni sintetizar en un solo folio, pero como estratega es el
mejor, solo hemos de ceñirnos a sus estadísticas, las matemáticas lo
demuestran:
Napoleón participó en gran cantidad de batallas en las que lideró las fuerzas.
El gran conteo de batallas de Napoleón le dio más oportunidades para demostrar
su destreza táctica.
Entre sus 72 batallas enumeradas, ganó 67 y perdió solo 5.
Napoleón superó las probabilidades difíciles en 17 de sus victorias, y tuvo una
desventaja en las 5 derrotas. Ningún otro general se ha acercado a Napoleón en
batallas totales.
Además, no podemos olvidar que Napoleón aparece justo después de la revolución
francesa.
Todos las demás monarquías absolutistas temerosas de perder sus tronos,
planeaban invadir a la peligrosa Francia, que osaba cortar cabezas de la
nobleza y destruír el poder eclesiástico pero a la vez se había vuelto muy
débil, el país era un desastre desde todos los puntos de vista.
Napoleón logra algo excepcional, construye un ejército, “La Grande Armée”
compuesto en sus inicios por el populacho revolucionario y convertido
finalmente en una engrasada máquina de guerra, una amalgama de fuerzas de muy
diferente origen, donde los franceses constituirían solo una parte del
contingente.
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