LA SENDA DEL GUERRERO

martes, 30 de marzo de 2021

 

ESPIONAJE.



Es del todo imposible remontarnos al nacimiento del espionaje. Tal vez nació cuando un “hombre de las cavernas” visitó cortesmente a sus vecinos y vio alguna interesante novedad.
En la actualidad, el espionaje, es el proceso de obtener información que normalmente no está disponible públicamente, utilizando fuentes humanas (agentes) o medios técnicos (como piratear sistemas informáticos). También puede implicar tratar de influir en los tomadores de decisiones y formadores de opinión para beneficiar los intereses de una potencia extranjera.

También se hace, de forma paralela, una “recolección de información abierta”.
La recopilación de información públicamente disponible, es una actividad rutinaria del personal diplomático, agregados militares y delegaciones comerciales. Utilizan fuentes abiertas como los medios de comunicación, conferencias, eventos diplomáticos y ferias comerciales, y a través del contacto abierto con representantes del gobierno anfitrión. 


Esto les permite monitorear los desarrollos políticos, económicos y militares en el país anfitrión e informar a sus propios gobiernos. Los representantes extranjeros ayudan a sus gobiernos a dar forma a sus políticas exteriores, comerciales y militares. Este tipo de trabajo no es perjudicial para nuestros intereses nacionales. De hecho, a menudo nos ayuda a construir buenas relaciones con otras naciones.

El espionaje se centra en recopilar información no pública a través de medios encubiertos. La información clasificada se mantiene en secreto en primer lugar porque su divulgación podría dañar la seguridad nacional, poner en peligro el bienestar económico del país o dañar las relaciones internacionales. Su sensibilidad nos obliga a protegerlo, pero también lo hace atractivo para los espías.

Si esta información es obtenida por aquellos que no tienen derecho a acceder a ella, se puede causar daños graves. Por ejemplo, otros países están buscando detalles técnicos de los sistemas de armas para poder encontrar formas de neutralizar nuestras ventajas militares. La información sobre servicios clave como el gas, el petróleo y el transporte podría permitir a los terroristas dañar seriamente estos importantes objetivos económicos. Y el robo de tecnologías clasificadas podría permitir a las compañías extranjeras copiarlas, amenazando tanto la seguridad nacional como los empleos.

Históricamente, el espionaje económico ha apuntado a industrias relacionadas con la defensa y de alta tecnología. Pero los casos recientes han demostrado que ninguna industria, grande o pequeña, es inmune a la amenaza. Cualquier empresa con un producto, proceso o idea patentada, puede ser un objetivo; cualquier secreto comercial desprotegido es vulnerable al robo por aquellos que desean obtener ilegalmente innovaciones para aumentar su participación en el mercado a expensas de la empresa víctima.

Puedo contar una anécdota, vivida por mi. Hace ya muchos años, a finales de los años 40, en mi pueblo había un hombre llamado Isidro Llorens, que ideó un carrete para pescar innovador. Hasta esa fecha, los carretes de pesca eran un tambor, en el que se enrollaba el sedal y estaba dispuesto de forma perpendicular debajo de la caña, con lo cual, el anzuelo no iba muy lejos al tener que arrastrar ese tambor. Su idea genial, consistió en poner el tambor de forma paralela a la caña por lo que el sedal, al desenrollarse no tenía ninguna resistencia y el alcance del anzuelo era mucho mayor.
Eran los carretes llamados Sagarra.

Los carretes de pesca Sargarra, conquistaron el mundo, desbancando a todos. En 1981, se jubiló Isidro Llorens y dejó el negocio en buenas manos, las de su hijo Manel Llorens. Cierto día, se presentó un grupo de “inversores” japoneses con sus habituales cámaras de fotos a cuestas y se les permitió que vieran los procesos involucrados en la producción. Meses más tarde, la marca asiática ya estaba invadiendo el mercado con carretes más rápidos, ligeros y baratos. No cabe decir que Carretes Sagarra desapareció del mercado.

Me pregunto, ¿Cuántas empresas, cegadas por las fascinantes condiciones, que pusieron sus fábricas en China, han visto el fin de sus días, al constatar que sus productos invaden el mercado a mitad de precio?.

 


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