GUERRA DE DRONES.
En 1914, George S. Patton, teniente en aquel entonces,
diseñó un nuevo sable para el Ejército de los Estados Unidos y fue autor de una
revisión de los reglamentos para uso del sable del servicio, después de
estudiar el manejo de espadas con los franceses.
La caballería y el sable continuaron hasta 1938 aún cuando el sable había
demostrado ser ineficaz durante la Guerra Civil de Estados Unidos 70 años
antes.
B. Holley escribe que "las estadísticas de heridos de la Guerra Civil del
Jefe del Servicio Federal de Sanidad confirman ciertamente este punto de vista.
Después de meses de operaciones en los que las fuerzas de la Unión sufrieron
decenas de miles de heridas de bala, sólo se pudieron identificar 18 casos
autenticados de herida por sable".
Los primeros vehículos de combate no piloteados fueron usados inicialmente en
la segunda guerra mundial. Estos primitivos inventos no tuvieron gran éxito
aunque estos primeros UAV (Unmanned Air Vehicle) se usaron durante el siglo XX,
principalmente como aviones espía para penetrar regiones donde era demasiado
peligroso (o políticamente arriesgado) enviar aviones tripulados.
La supremacía aérea es fundamental y decisiva a la hora de decantar la victoria
hacia un lado; por ello, ésta es una de las razones por las que la innovación y
avances tecnológicos van mucho más rápidos en el ejército del aire que en los
otros.
Los sistemas no tripulados pesan entre 10% y 15% menos que sus homólogos
tripulados; cuestan menos; se prestan a compras en mayores cantidades; no
requieren sistemas de mantenimiento de vida a bordo; resisten más sin necesidad
de drogas que aumenten el rendimiento; no necesitan que la tripulación
descanse, ni cabina presurizada, o aire acondicionado; pueden ladearse y
acelerar más rápidamente; no sucumben a la sobrecarga de información; no
albergan a un humano vulnerable a la explotación como prisionero de guerra; no
requieren costosas capacidades de apoyo de combate, búsqueda y rescate; y no se
inmutan, fruncen ni tienen que ir al baño y no discuten.
En términos de costos los aviones sin piloto proveen más flexibilidad que los
tripulados ya que al ahorrar el costo de mantener a un ser humano vivo pueden
operar con envolventes mucho más amplias, llámese mayor maniobrabilidad - que
con un piloto no puede exceder las 10 o 12 Gs- o capacidad de ascenso, descenso
y techo de servicio.
Dentro de los próximos 10 años los sistemas no tripulados superarán a los
sistemas tripulados.
Un nuevo campo de batalla nace ante nuestros ojos y se suma a los ya
tradicionales (Tierra, mar y aire): Las redes de computadoras con sus
terminales virtuales.
Necesariamente, los cambios estratégicos con unas armas así serán enormes.
Una de las mayores implicaciones en este tipo de “guerra cibernética”, es que
depende en gran parte de la calidad humana de los técnicos que se dediquen a
ella. Si bien es necesario contar con hardware avanzado y costoso para poder
participar de este espacio, también es necesario contar con programadores
capaces de generar e implementar nuevas y radicales ideas que permitan reformular
el campo existente.
Otra de las implicaciones será un gran cambio en la formación de los “pilotos”.
No deberán “volar” continuamente, sino entrenarse regularmente con un
simulador. Al estar liberados de las sensaciones que afectan el vuelo de combate
(como tener que operar con grados altos de G, ruido o incluso la incomodidad de
no poder atender sus funciones fisiológicas en vuelos largos) su entrenamiento
podrá ser muy realista a un costo muy bajo.
¿Serán los aviadores del futuro, chavalines de doce años, reclutados entre los
mejores de los videojuegos de guerra on line?
Esto parece un guion para una buena película, pero será la realidad de aquí a
unos pocos años.
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