LA BATALLA DE
SOMME
La “batalla para poner fin a todas las guerras” comenzó con la introducción de
una nueva arma mortal, la ametralladora. Una vez más, un descubrimiento
tecnológico fortaleció el bando que estaba a la defensiva (como ocurrió con la
televisión en el marketing en los años cincuenta y sesenta).
En ninguna parte el concepto de la “mejor tecnología”, fue más claro que a lo
largo del rio Somme en 1916.
El 1 de julio, después de una semana de preparación llevada a cabo por fuego de
artillería, las tropas inglesas y francesas salieron de sus trincheras y
avanzaron sobre un frente abierto.
Sólo para encontrarse con los disparos de las ametralladoras alemanas.
Las bajas aliadas, tan sólo el primer día, ascendieron a 50.000, y la batalla
se prolongó 140 días. Una carnicería de un alcance nunca visto antes, ni
después.
¿Y la ganancia adquirida por el fango empapado en sangre del río Somme?: Apenas
ocho kilómetros.
Al año siguiente, 1917, en Cambrai, el ejército inglés lanzó el tanque, un
desarrollo tecnológico cuya importancia no sería apreciada hasta dos décadas
más tarde. El primer día, que los tanques entraron en acción, avanzaron ocho
kilómetros. la misma distancia recorrida por la infantería alemana en los
ataques en el rio Somme. Por desgracia, la infantería no consolidó la conquista
y los británicos terminaron perdiendo el terreno con la misma velocidad con la
que lo habían ganado. Cosas de la guerra.
Por lo que se desprende que, un avance tecnológico no es suficiente para ganar
una guerra, se tiene una cierta ventaja inicial pero rápidamente se llega al
equilibrio ya que, los avances en la tecnología militar, son adquiridos también
por los enemigos, incluso algunos de estos avances, son vendidos a ambas partes por los propios fabricantes... business is business.
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